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“Yo no creo en eso”: cuando una frase hiere más que el silencio

“Yo no creo en eso”: cuando una frase hiere más que el silencio

Cuando alguien te dice “yo no creo en eso”, no invalida solo tus palabras, sino una parte de tu alma. Ese juicio activa heridas, pero también puede ser alquimia: una invitación a sostener tu verdad sin imposición y a escuchar con respeto lo que incomoda. Ahí comienza la transformación.

Cuando la palabra hiere más que el silencio: alquimia de una comunicación que no escucha

Hablar es exponer el alma.Contar lo que uno cree, lo que intuye, lo que ha visto con los ojos del alma —aunque no tenga pruebas científicas— es, en esencia, un acto de entrega.Por eso duele tanto cuando la respuesta que vuelve no es escucha, sino juicio.Cuando alguien, con la seguridad de quien jamás dudó, lanza su frase como un dardo:“Yo no creo en eso”.

Y no importa si hablábamos de las Pléyades, de vidas pasadas, de registros akáshicos o del poder del agua al ser intencionada.La frase es la misma: lapidaria, fría, binaria.Y detrás de ella, dos almas quedan heridas.

 El plomo que se activa: alquimia para quien habla

Para quien habló, ese “yo no creo en eso” puede sentirse como una desvalorización.Como si toda su búsqueda interior, sus noches de insomnio, sus intuiciones y certezas no tuvieran valor porque no caben en el mapa del otro.Ahí se activa el plomo: la necesidad de ser validado, la herida de la infancia que alguna vez escuchó “dejá de decir pavadas”, “eso no existe”, “vos siempre con tus cosas raras”.Se abre una memoria emocional. Se despierta el miedo a ser incomprendido.Y si no hay consciencia, ese plomo se endurece y nos cierra el corazón.

Pero si hay alquimia, se puede transmutar.Porque ahí está la oportunidad: mirar hacia adentro y preguntarse…¿Necesito que el otro me crea para creerme?¿O puedo sostener mi verdad con dignidad, aunque el otro no la abrace?

La sombra que se revela: alquimia para quien escucha

Y quien invalida, ¿qué oculta?Muchas veces, quien lanza ese “yo no creo” lo hace por miedo.Miedo a lo que no puede controlar. A lo que escapa a su lógica.A lo que, si fuera cierto, lo obligaría a cuestionarse todo.Entonces niega. Minimiza. Se escuda en la razón como quien se abriga con un manto de certeza para no congelarse en su propio abismo.

Pero ahí también hay alquimia.Porque negar algo con tanta fuerza revela una puerta cerrada dentro de sí.Y cada vez que se niega algo afuera, se pierde una oportunidad de integrar algo adentro.Negar no es lo mismo que discernir. Discernir permite dialogar. Negar es cerrar.

La vía del oro: cómo sanar

Sanar esta dinámica no se trata de convencer al otro.Se trata de sostener la propia verdad sin necesidad de imponérsela a nadie.Se trata de hablar con presencia y no desde la herida.De escuchar con respeto incluso aquello que no compartimos.Porque ahí comienza la verdadera alquimia del lenguaje:cuando la palabra deja de ser escudo y se convierte en puente.Cuando aprendemos que no hace falta estar de acuerdo para estar disponibles.Y que la verdad no es única, ni lineal, ni absoluta. Es una hebra más en el telar infinito del alma humana.

Cuando alguien te diga “yo no creo en eso”, respirá. No te defiendas. Recordá que tu verdad no necesita permiso para ser.Y si sos vos quien escucha algo que incomoda, hacete esta pregunta alquímica:¿Qué parte de mí se siente amenazada por esta idea?¿Qué pasaría si, en vez de cerrarme, me abriera a escuchar lo que hay detrás?

Porque más allá del contenido, toda palabra lleva una semilla.Y cada encuentro —aunque incómodo— puede ser terreno fértil para sembrar conciencia.No estamos aquí para tener razón.Estamos aquí para recordar que cada diálogo puede ser un crisol.Uno donde, si hay humildad y escucha,el plomo de nuestras certezas también puede volverse oro.

Cuando alguien te dice “yo no creo en eso”, no invalida solo tus palabras, sino una parte de tu alma. Ese juicio activa heridas, pero también puede ser alquimia: una invitación a sostener tu verdad sin imposición y a escuchar con respeto lo que incomoda. Ahí comienza la transformación.

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